Cintas, vuelos y blanco blanco

«Contra la moda, toda lucha es inútil» J. Pla

Verse en-vestida de blanco de la cabeza a los pies es algo surreal. Cuando la universidad nos lo exigió para el acto de graduación fue realmente tedioso encontrar un vestido apropiado para alguien de mi contextura e ideales. No muy corto, no muy destapado, cómodo, sin ánimos de subirse cada vez que me sentara o caminara, sin brillos, de líneas clásicas y atemporales por si tendría que usarlo una vez más. Lo logré. Subí al escenario vestida de chacabana larga y realmente cómoda, dejando fuera los infernales zapatos, hermosos a la vista, cual piernas de la Sirenita en acción.

Poco había pasado de esto hasta que recordé que estoy a seis meses(un poco menos) del día del juicio, digo, de la boda. Después de mucho «stumbling» y «scrolling» en páginas de internet y en mis suscripciones en el Google Reader, decidí enfrentarme al monstruo. ¿Qué tan difícil sería encontrar un vestido -no strapless- en la ciudad?: Muy difícil. Sumando mi inexistente amor a las compras de ropa, ¡bueh!.

La semana pasada me aventuré, me fui sola, para justificarme por si me arrepentía. El salón impecable, lleno de blanco blanco, blanco hueso, marfil… me pongo la base del vestido, una «cretona» moderna, y termino envuelta en un millón+ de vuelos y vuelos. Me miraba al espejo y no me veía. Lo único que visualizaba eran los cientos de vuelos bajo los que trataba de respirar. Ya se imaginan el desenlace. Aún estoy sin vestido. Aún sueño con los vuelos. A ver si la próxima tengo suerte.