¡Qué linda en el tope estás!

¡Dios!, parece decir, ¡oh bandera!
la sublime expresión de tu azul;
¡Patria!, el rojo de vivida llama;
¡Libertad!, dice el blanco en la cruz.

Entre piso de tierra y mecedoras, se tejía tu existencia junto a la de la Patria. Quienes laboraban arduamente en cada puntada, en cada nudo, no imaginaban tu ondear en los vientos tropicales, o talvez si. “Su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules, atravesados por una cruz blanca” era el sueño de Duarte, soñó con sus colores, con unir en blanco un pueblo reprimido y olvidado, soñó con la lucha por la libertad y con el cielo infinito bajo el cual lo harían realidad.

María de la Concepción no imaginó que tantas tardes de arduo trabajo y silencios obligados. María Trinidad Sánchez, María de Jesús Pina, Ana Valverde, Isabel Sosa, y las hermanas María del Carmen, María Francisca y Manuela Villa reproducían el pabellón tricolor que sería enarbolado en todo el país, en la montaña, en los ríos, en aguas extranjeras. Hoy tantas veces pisoteada bandera. Pero muchas más izada en las ideas infinitas de dominicanos y dominicanas libres de toda potencia extranjera.

¡Que linda en el tope estás
Dominicana bandera!
¡Quién te viera, quién te viera
Más arriba, mucho más!
G. Deligne